Dos Sardinas y Cinco Panes ¿Quien lo diría?


Bueno familia —menciona el padre— pasado mañana emprenderemos el viaje para poder encontrar a este hombre del cual dicen hace milagros y prodigios, eso tenemos que verlo
con nuestros propios ojos, el único detalle es que tendremos que caminar 7 horas para poder llegar al lugar donde se encuentra, así que tendremos que levantarnos muy de mañana. Rubén (el hijo), encárgate mañana de conseguir provisiones para el viaje, te dejo mi caña y herramientas de pesca para que hagas esa tarea mientras yo trabajo y procuro de igual manera conseguir provisiones.

—Buenísima idea papa —responde Rubén con una gran sonrisa— ¿y sabes? me levantare muy de mañana para ir a pescar y así llevar bastante comida para el camino. 

Así que al siguiente día Rubén se levanto muy de mañana para salir a pescar, llegó al lugar y comenzó su tarea. Pasaron los minutos, luego las horas y Rubén se desesperaba porque no picaba ningún pez.

—¡Qué barbaridad, no pica ni tan solo uno!, ¿qué le diré a papa?, se va a enojar conmigo de nuevo ¡porque nunca me salen las cosas bien!, esto pensaba mientras sus ojos se humedecían de lagrimas. 

Llego la hora de la tarde y al final de toda esa larga jornada bajo el calor del sol, el molestar de los mosquitos y turbado por el fuerte resonar de los pensamientos que le decían que tenía serios problemas en casa, ya que por su culpa no emprenderían el viaje, alisto su caña, guardo todo su equipo y en la tina donde tendrían que haber gran cantidad de peces solo habían dos sardinas que fue lo único que alcanzo pescar durante todo el día.
El camino a casa fue de casi una hora, pero para Rubén fue como de una semana, mientras caminaba y a su vez lloraba porque había defraudado a su padre, pensaba en que explicación le daría.

Llego a casa, la madre lo ve entrar y sencillamente con verlo, con esa habilidad que tienen las madres supo que algo andaba mal en Rubén.

—¿qué tal te fue?

Rubén no aguanto contenerse, y se tendió en brazos de su madre y con lagrimas y palabras entrecortadas trato de explicarle lo sucedido.

—No te preocupes hijo, hiciste tu mayor esfuerzo. 
—¿Pero mama? le fallé a papa, y probablemente no quiera ir mañana al lugar planeado, ¡solo pude conseguir dos sardinas!. 

¡tock tock!, tocan la puerta, llegó tu padre de sus labores cotidianas en el campo.
Entra con rostro canzado, con la cabeza hacia abajo, y ambos, madre e hijo saben que algo pasa.

—¿qué te sucede?
—No me fue bien en el trabajo, no hubo paga y lo único que pude conseguir son 5 panes. ¿ y a ti Rubén que tal le fue?, mientras Rubén guarda silencio la madre continua y contesta:

—Tampoco le fue bien —con una sonrisa de pesar.
—uffff, no puede ser que nos haya ido mal  precisamente hoy que necesitábamos provisión para poder ir a buscar al galileo de quien muchos hablan y dicen es el Hijo de Dios. ¿qué hacemos?
—Mira —contesta la esposa— si queremos conocer a Jesús en persona y ver las obras que Dios hace a través de él, pues tendremos que esforzarnos y emprender el viaje con lo que tenemos.

—Tienes razón —dice su esposo con mirada determinada—, ven Rubén, ¿estás dispuesto a que vayamos a pesar que no tengamos que comer durante el camino?
—Si papa, estoy dispuesto —cerrando el puño en señal de valentía—. Pues no se discuta mas entonces, mañana muy temprano vamos a buscar al galileo.

Al siguiente día salieron a las 5:00 a.m. llevando consigo los 5 panes y los dos peces, durante el camino se podían escuchar los gruñidos de los estómagos de los tres, a lo cual al principio les causaba risa y se burlaban y hacían juego entre si.
Al pasar ya a mitad de camino no era la misma energía ni el mismo ánimo, pero si la motivación era la misma, conocer al Maestro.

—¿Que dicen?, —pregunta el padre haciendo una pausa en el andar—, ¿nos comemos los panes  los peces ahora?.
—mmmm, creo que ahora no —responde la madre de familia mientras colocaba su indice en los labios—  mejor lleguemos al lugar y cuando vayamos a regresar lo comemos, ya que si lo comemos ahora tendremos hambre luego y recuerden nuestra jornada es de ida y regreso.

—Tienes razón —continuó el padre— tendremos que esperar es lo mejor en este momento.

Pasaron las siete horas de camino, llegaron al lugar destino, vieron por primera vez en sus vidas a Jesús, y estaban maravillados de escuchar lo que El hablaba y las sanidades que hacía.
Después de algunas horas, toda la multitud que se encontraba en el lugar se veía cansada y hambrienta. Bueno Rubén, ha llegado el momento de comer. Ya se disponía la familia a distribuir sus provisiones cuando se escucha a un discípulo de Jesús decir.

—¿Disculpen, alguien tiene que comer?, necesitamos distribuir lo que todos tengan de comida para compartirlo con los que no tienen nada.

La familia se voltea el uno al otro y después de meditarlo por unos segundos se dicen, bueno este es el momento por el cual esperamos y es necesario compartir de lo que Dios nos ha dado, Rubén ve y entrégaselo al discípulo.

Rubén sin dudar un segundo, corrió hacia el discípulo, el cual al verlo llegar tomo al muchacho y le dijo: —ven vamos con el maestro—. Al llegar el discípulo con el maestro le dice: —Señor aquí tenemos dos peces y cinco panes—. El maestro los toma y levantándoles hacia el cielo dio gracias al Padre por ellos, luego se lo dió a los discípulos y les dijo repartiesen y dieran de comer.

—¡increíble!, ¡¡se sigue y sigue y sigue repartiendo la comida y no se termina!! ¡wow!, ¡al final toda la multitud comió hasta saciarse y hasta sobraron doce cestas de pan!. —dice Ruben rascándose la cabeza.

Después de haberse saciado también nuestra familia protagonista, vino sobre ellos una felicidad y alegría tal cual que lagrimas rodaban de sus mejillas. 

—¡Es increíble!!, —menciona el padre— ¿como hubiésemos imaginado que el Señor usaría lo poco que teníamos para hacer un prodigio tan grande!, en verdad valió la pena el sacrificio, la espera y el proceso del camino, sin saberlo estábamos siendo procesados para ser instrumentos del maestro. 

No se si te identificas con esta historia, pero te quiero hacer un par de consultas:
¿Te ha tocado esperar en el tiempo de Dios? ¿te ha tocado luchar en la sequía y en la necesidad?. ¿has tenido que seguir caminando a pesar que ya no tienes ni sientes fuerzas?, ¿has pensado del porque te pasan esas cosas cuando mas buscas de Dios?.
Bueno yo si he pasado varias veces por ese camino, ¿y sabes qué?, al igual que esta historia, al final del proceso he visto la mano de Dios en mi vida.

Aliéntese tu corazón, sigue adelante y confía en el Señor, aunque no sea fácil, el obra a nuestro favor y tiene control de todas las cosas. El usará lo que tengas en tus manos, eso que con esfuerzo y entrega has logrado, no importante que tan grande sea eso que tengas al final de esta evaluación tus ojos verán la gloria de Dios en tu vida. Y darás testimonio de que Dios es especialista en hacer mucho con poco, y hacer todo con nada.


Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes. Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová.  Salmos 27.13,14


Luis Lara